Participando en un taller de formación profesional recientemente, reflexioné sobre los valores que promueve y vive la comunidad del Bachillerato Internacional... esos que,tal vez implícitos, no aparecen textualmente listados en el perfil de la comunidad.
Uno es la buena voluntad. Ser personas de buena voluntad, dispuestas a hacer las cosas bien, honestamente y como se supone que se deben hacer. Este lleva de la mano otro que es creer en los demás.
Vivo en Colombia, donde en la "cultura" o mas bien, en las"malas costumbres" está el saber hacer las cosas de tal manera que PAREZCA que se hicieron como se debe, pero que a la hora de la verdad detrás del hecho hay variedad de trampas y "torcidos"; un país donde "el vivo vive del bobo"... entonces llega el IB, que nos da una serie de instrucciones que se deben seguir, de las cuales depende el éxito de la propuesta formativa... y con el aparece la reivindicación de la buena voluntad... por que se cree en la persona, en su buena voluntad de hacer las cosas como se le pide con el fin de implementar con igualdad de condiciones un programa formativo ampliamente exigente... la buena voluntad del coordinador del programa quien vela por que las instruccines se sigan y los procesos se lleven a cabo debidamente. Explicitamente y tácitamente se creen en las personas. Se cree en el coordinador, en el profesor quien dicta sus clases con generosidad (el otro valor) que firma documentos y reivindica el valor de la palabra. "Doy mi palabra de que en mi leal saber y entender de que el trabjo que se envía es de autoría del alumno." Aparece consecuentemente la buena voluntad del alumno: la que tenemos que formar, por que en mi caso nacidas en el país con las "costumbres" descritas arriba, le queda muy fácil "hacer parecer" que las cosas se hicieron como se debe. Pero ellas también firman, firman que la monografía, los ensayos, reportes de laboratorio... son de su autoría, y ellas en su momento reivindican el valor de la palabra... y creemos en ellas.
Quiero retomar la generosidad ... los profesores somos generosos, de otra manera no podríamos estar en el salón de clase cumpliendo con nuestro deber, con nuestro llamado interior que nos hace estar en el aula (a pesar de sus consecuencias). Considero que nos es mas fácil ser generosos con nuestros estudiantes que con nuestros colegas... quizás sea solo mi caso... pero volviendo a los talleres, he tenido la fortuna de participar en unos cuyos talleristas se han desbordado en generosidad respecto a su saber, a sus materiales de clase, a sus estrategias... La generosidad se reivindica también...
No quiero sonar dogmática, pero el mundo mejor y más pacífico se gesta en lo anterior. Por eso creo en la propuesta formativa de este programa, por que busca y hace mejores personas...